Cointeligencia con IA: cómo evoluciona nuestra identidad profesional
Gran parte de los discursos sobre el papel de la IA en el trabajo destacan su capacidad para mejorar la eficiencia y la productividad. Sin embargo, también conviene detenerse a pensar en cómo la adopción de la IA está modificando las dinámicas laborales y la manera en que entendemos nuestra identidad profesional. Se trata de un cambio que no es solo técnico, sino personal y significativo.
En el ámbito laboral la IA puede asumir funciones comparables a las de un becario supervisado, un mentor o un compañero. Estos roles, identificados en diferentes estudios y artículos (como este de Jakob Nielsen) y recogidos por Ethan Mollick en su libro Co-Intelligence: Living and Working with AI, terminan reconfigurando nuestras responsabilidades y nuestra manera de interpretar nuestras habilidades y procesos creativos.
Mollick, profesor en Wharton y codirector del Laboratorio de IA Generativa, resume esta interacción con un consejo directo: tratar a la IA como a una persona, sin olvidar que no lo es. Ese punto intermedio entre el trato humano y la naturaleza técnica del sistema surgen esos diferentes roles, y también el principal desafío de la cointeligencia: aprender a trabajar en la frontera entre colaboración y limitación tecnológica.
En este contexto aparece el concepto de frontera irregular, útil para comprender esta transformación. Describe cómo la IA sobresale en algunas tareas y presenta claras limitaciones en otras, obligándonos a decidir qué delegamos y qué mantenemos bajo nuestra responsabilidad. En esa franja donde convergen las fortalezas humanas y técnicas surge el espacio de cointeligencia que amplía la productividad y redefine tanto nuestras responsabilidades como nuestra identidad profesional.
La cointeligencia con IA redefine cómo trabajamos y quiénes somos al trabajar.
La identidad profesional en la era de la cointeligencia
La clasificación en becario, mentor y compañero ofrece un punto de partida para entender las funciones prácticas de la IA. A partir de ahí, podemos explorar cómo cada rol transforma nuestra identidad profesional. En ese contexto, la teoría de la cognición extendida, de Andy Clark y David Chalmers, recuerda que, en muchas tareas, los humanos externalizamos parte del trabajo apoyándonos en herramientas externas, como el lápiz o la calculadora. Hoy, a esa lista podemos añadir otro tipo de inteligencia.
Nuestra identidad profesional se transforma cuando la IA deja de ser herramienta y pasa a ser extensión cognitiva.
Esto no es algo nuevo en el trabajo moderno. La colaboración entre personas siempre ha distribuido la carga intelectual. Sin embargo, la IA generativa introduce una extensión distinta: ajustada a nuestros procesos mentales, integrada y sin intereses propios. Amplifica capacidades, procesa información y genera conocimiento de forma complementaria. También interviene en nuestros procesos creativos y en la toma de decisiones.
IA como becario y evolución de la autoría
Cuando la IA actúa como becario ejecuta tareas bajo nuestra supervisión. Este rol cambia la forma en que entendemos la autoría. Por ejemplo, el escritor deja de ser alguien que redacta cada frase y pasa a orquestar un proceso creativo ampliado; selecciona, orienta, refina y corrige posibilidades generadas en colaboración con la IA.
Esto no reduce la autoría humana; la desplaza hacia un modelo de autoría aumentada. En este marco las habilidades más valiosas son metacognitivas: dirigir, evaluar y refinar las contribuciones de la IA con criterio propio. La pregunta ya no es ¿quién ha escrito esto?, sino ¿qué implica dirigir un proceso de cointeligencia por IA? Esta evolución enriquece nuestra identidad profesional al incorporar nuevas capas de criterio editorial y reflexión.
La IA no resta autoría; amplía nuestra capacidad de orquestar procesos creativos.
IA como mentor y reconfiguración de la práctica profesional
El papel de mentor que puede asumir la IA redefine qué significa ser especialista hoy porque exige plantear las preguntas adecuadas. Cuando los sistemas ofrecen valoración instantánea, sugieren alternativas o añaden contexto, nuestra habilidad evoluciona de retener información a desarrollar capacidades analíticas más avanzadas.
Por ejemplo, un médico que usa IA diagnóstica necesita formular preguntas precisas, contextualizar recomendaciones y ejercer un juicio clínico más matizado. Este cambio no representa una pérdida de valor humano, sino una evolución que permite dedicar nuestras capacidades a problemas más complejos y relevantes.
Con la IA como mentor, el valor profesional se desplaza de saber a saber preguntar.
IA como compañero y el surgimiento de la intimidad cognitiva
El rol de compañero quizá sea el que más transforma la identidad profesional. La colaboración continua con un sistema de IA puede dar lugar a una intimidad cognitiva. El sistema reconoce preferencias, estilos de pensamiento y formas de trabajar, convirtiéndose en una extensión de nuestros procesos mentales.
Por ejemplo, un diseñador que trabaja de manera habitual con la misma IA generativa desarrolla un lenguaje compartido y un flujo de trabajo que termina siendo casi simbiótico. Las demarcaciones entre creatividad humana y tecnología se vuelven difusas y productivas.
Esta relación no diluye la identidad profesional. La amplía. Da lugar a un yo profesional con capacidades aumentadas. La habilidad para formar asociaciones cognitivas útiles con sistemas de IA comienza a consolidarse como una competencia relevante.
La colaboración continua con IA crea un vínculo cognitivo que redefine nuestro modo de trabajar.
Esta intimidad cognitiva plantea también preguntas sobre la portabilidad de nuestra identidad profesional. Si parte de nuestra competencia reside en la relación con un sistema de IA, ¿qué ocurre al cambiar de plataforma o cuando el sistema evoluciona o se actualiza? Eso requiere flexibilidad profesional para que nuestras capacidades se mantengan al margen de la herramienta con la que trabajamos.
Conclusión
El marco conceptual de los tres roles nos proporciona un lenguaje para integrar la IA en nuestros flujos de trabajo. Cada papel (becario, mentor, compañero) transforma tanto lo que hacemos como la manera en que entendemos nuestro trabajo. La cointeligencia con IA inicia una nueva era de identidad profesional aumentada en la que nuestras capacidades, criterios y creatividad se potencian a través de la colaboración con sistemas inteligentes.
La cointeligencia con IA invita a una nueva forma de autocomprensión profesional.
El futuro del trabajo no consiste solo en adoptar herramientas nuevas, sino en asumir una transformación identitaria. De ahí la importancia de dominar las tecnologías de IA y, a la vez, desarrollar la flexibilidad necesaria para replantear su valor y su propósito profesional en este nuevo entorno.
La ventaja competitiva residirá en la capacidad de formar asociaciones creativas y productivas con sistemas de IA mientras mantenemos un núcleo humano distintivo que aporte contexto, juicio ético y propósito.
Al trabajar con IA es importante saber cuándo escuchar y cuándo expresar nuestras opiniones.
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