El sector financiero atraviesa una transformación profunda impulsada por el aumento de la demanda de servicios digitales. Los clientes exigen acceso inmediato, fluido y personalizado a productos bancarios, lo que está redefiniendo la relación entre entidades y usuarios. A esto se suma la presión competitiva de nuevos actores como las Fintech, que están acelerando la innovación en servicios financieros y obligando a los modelos tradicionales a evolucionar con mayor rapidez. Esta disrupción tecnológica exige a los bancos adaptarse a entornos más ágiles y centrados en el cliente, con experiencias integradas en múltiples canales físicos y digitales.
Paralelamente, la Inteligencia Artificial y el análisis de datos se han convertido en pilares clave para lograr personalización, eficiencia y toma de decisiones informadas. También cobran protagonismo la regulación y el cumplimiento normativo, especialmente en el marco de la banca abierta, que requiere mayor transparencia y control en el uso de datos. En este contexto, la seguridad y la protección de la información se consolidan como una prioridad estratégica: la Ciberseguridad ya no es solo una función técnica, sino un requisito esencial para mantener la confianza del cliente en un ecosistema financiero cada vez más conectado y expuesto a riesgos complejos.