Diario de un AI Augmented Employee

22 de mayo de 2025

¿Qué es ser un AI Augmented Employee?

Desde hace un tiempo tengo un nuevo compañero de trabajo. No tiene escritorio ni se toma un café conmigo, pero me acompaña en cada reunión, documento y decisión. Soy una empleada aumentada por IA.

Ser un Empleado Aumentado gracias a la IA significa que ahora trabajo con más claridad, más agilidad y, sobre todo, con más foco. La IA no hace mi trabajo, sino que me ayuda a hacerlo mejor. Me libera de tareas repetitivas, me sugiere ideas cuando tengo la mente en blanco y me ofrece datos que antes me llevaba horas recopilar.

No se trata solo de usar herramientas sueltas, sino de construir un entorno inteligente donde cada empleado trabaje de forma más estratégica, con el apoyo de asistentes digitales que potencien nuestras capacidades. En este diario quiero contar cómo es un día normal trabajando con la IA como copiloto constante. Spoiler: no quiero volver atrás.

9:00 – Mi día empieza antes de abrir el portátil

Mientras tomo el primer café de la mañana, mi asistente de IA ya ha hecho buena parte del trabajo inicial. Revisa mi correo, resume los mensajes importantes y me genera una agenda con lo más relevante del día. Si hay un documento o informe que necesito para una reunión, ya me lo ha preparado: con los puntos clave destacados, las cifras actualizadas y un resumen ejecutivo que puedo leer en menos de tres minutos.

Incluso me sugiere posibles temas a tratar en mis reuniones de seguimiento, basándose en las conversaciones del equipo y en los últimos datos del proyecto. Antes de las 9:00, ya tengo una visión clara del día y una propuesta de enfoque. Y lo mejor es que no he tenido que abrir más de una ventana para conseguirlo.

10:00 – Crear, decidir y avanzar, con menos esfuerzo

En la franja de mayor concentración, cuando necesito crear, analizar o escribir, la IA se convierte en un copiloto de verdad. Si estoy trabajando en un documento, me sugiere frases, mejora el estilo o incluso redacta borradores a partir de mis notas.

Cuando tengo que hacer una presentación urgente, le doy las ideas clave y me devuelve un primer diseño en segundos. Y si necesito analizar datos, no me peleo con fórmulas: le pregunto en lenguaje natural qué quiero saber y me devuelve tablas, gráficos e incluso primeras conclusiones.

La sensación es parecida a tener una segunda mente, siempre disponible, que entiende lo que necesito y lo traduce en resultados.

Yo sigo tomando las decisiones, pero con mucha más información y mucho menos esfuerzo.

12:00 – Reuniones más humanas, menos agotadoras

Las reuniones ya no son lo que eran. Y eso es una buena noticia.

Mi asistente me acompaña también ahí: toma notas automáticas, transcribe lo que se dice, extrae los puntos clave y me genera un resumen con tareas asignadas. Si alguien mencionó un informe o una fecha, lo resalta. Si me desconecto un momento, puedo ponerme al día en un minuto.

Además, si tengo una reunión en inglés, o con compañeros de otras regiones, la IA traduce en tiempo real, tanto los subtítulos como los materiales compartidos.

Así, puedo centrarme en escuchar, pensar y aportar, en lugar de estar pendiente de tomar notas o traducir mentalmente.

16:00 – Un impulso extra para ser más creativa

Por la tarde reservo tiempo para pensar, crear, explorar. Aquí es donde más noto el cambio. Las herramientas de IA me ayudan a generar ideas, estructurar un concepto o hacer una lluvia de ideas en solitario en minutos.

A veces simplemente les pregunto: “¿Qué enfoque podría usar para presentar esto al equipo de operaciones?” Y recibo tres opciones distintas. Me sirven como punto de partida, como estímulo creativo.

18:00 – Cierro el día con perspectiva (y algo de ayuda)

Antes de desconectar, la IA me devuelve un resumen de lo que he hecho, lo que me queda pendiente y algunas sugerencias para mañana. También me lanza ideas de formación o recursos si ve que estoy trabajando mucho en un tema concreto.

Es una forma de cerrar el día con intención, sin esa sensación de “¿qué he hecho hoy?” que a veces teníamos antes. Incluso me ha ayudado a mejorar mis hábitos de trabajo: evitar multitasking, delegar más, priorizar mejor.

La elección de las herramientas también importa

No todas las soluciones de IA son iguales. Algunas destacan por su capacidad de ofrecer respuestas con fuentes contrastadas y actualizadas, otras por su integración fluida con aplicaciones de productividad o por su especialización en tareas concretas. Estoy probando distintas soluciones en entornos piloto, y eso me permite convivir con un ecosistema variado que combina precisión, velocidad, transparencia y seguridad.

Esa combinación resulta muy valiosa, porque se adapta a distintos tipos de usuario y necesidades: desde una búsqueda rápida bien referenciada hasta la automatización profunda de tareas en herramientas corporativas.

Pero algo que ha sido clave en este proceso es el acompañamiento. Identificar los casos de uso adecuados, recibir formación adaptada y contar con el soporte de un partner especializado como Telefónica Tech, ha marcado una gran diferencia. No se trata solo de tener acceso a herramientas potentes, sino de saber cuándo, cómo y para qué usarlas. Esa guía ha acelerado la curva de adopción y ha convertido la experimentación en resultados concretos.

Aunque aún estamos en fase de adopción progresiva, ya observamos señales claras de impacto:

  • Empleados que ahorran hasta 90 minutos a la semana en tareas repetitivas.
  • Mayor satisfacción en el trabajo (+18%).
  • Una sensación generalizada de que ahora tenemos más tiempo para centrarnos en lo que realmente aporta valor: pensar, decidir y crear.

Personalmente, estoy notando una menor fatiga digital y una mejor conciliación, al reducir el ruido operativo que muchas veces extendía innecesariamente la jornada.

La IA no solo mejora cómo trabajamos, sino también cómo nos sentimos trabajando.

Y sí, este artículo también lo hemos escrito juntos

No soy escritora. Y aunque tengo muchas ideas, a veces me cuesta plasmarlas por escrito tal y como las imagino. Encontrar el tono adecuado, estructurar lo que quiero decir, hacer que suene natural pero claro… no siempre es fácil. Pero en este caso he tenido ayuda.

Mientras escribía estas líneas, mi asistente de IA me ha acompañado: me ha sugerido enfoques, reformulado frases, buscado sinónimos y hasta propuesto alternativas cuando me atascaba. No ha escrito por mí, pero ha potenciado una habilidad que todavía estoy desarrollando. Me ha permitido expresarme con más confianza, más agilidad y más intención.

Y eso, al final, es exactamente de lo que va esto: de crecer como profesionales con el apoyo de herramientas que nos hacen mejores.

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