Redes Blockchain consorciadas: presente y ¿futuro?

12 de noviembre de 2024

A finales de la década de 2010, surgieron las redes Blockchain consorciadas como una nueva solución a los problemas que enfrentaban las cadenas de bloques públicas, especialmente en temas de privacidad, escalabilidad y gobernanza.

Redes como la European Blockchain Services Infrastructure (EBSI) (2018) o LACChain (2018) han sido fundamentales a la hora de lanzar nuevas iniciativas tecnológicas, tanto para empresas como para entidades gubernamentales. Estas redes, de tipo público-permisionadas, han impulsado proyectos en áreas como la identidad digital, la inclusión financiera y la transparencia en servicios públicos y privados.

Estos entornos consorciados nacieron como una alternativa a las redes públicas tradicionales, con el objetivo de fomentar una colaboración más formal y estructurada entre las corporaciones e instituciones públicas y privadas. No obstante, a pesar de sus ventajas, también plantean interrogantes sobre temas clave como la gobernanza interna, la protección de los datos y la continuidad del servicio.

En este artículo exploraremos estas cuestiones y presentaremos soluciones para asegurar que una red consorciada funcione de manera eficiente, cumpliendo con los estándares operativos, de seguridad y de conformidad legal.

Gobernanza: la clave de la confianza

La gobernanza asegura que todas las decisiones en la red consorciada se tomen de manera justa y colaborativa. A diferencia de los servicios digitales tradicionales gestionados por una única gran empresa, donde una sola entidad tiene el control total de la plataforma, en las redes consorciadas la descentralización permite que cada miembro del consorcio tenga su parte de influencia, en función de su rol y contribución a la red.

Este modelo evita la concentración de poder en pocas manos, previene la censura, promueve la colaboración y asegura que las decisiones reflejen los intereses de todos los participantes.

Las redes consorciadas descentralizadas fomentan la colaboración y aseguran que las decisiones reflejen los intereses de todos los participantes.

También hay que tener en cuenta la necesidad de establecer mecanismos claros de resolución de conflictos que aseguren que cualquier desacuerdo entre los miembros se maneje de manera justa, sin comprometer el funcionamiento de la red. De lo contrario, la ausencia de estos procedimientos podría generar tensiones que no solo ralentizarían la toma de decisiones, sino que también pondrían en riesgo la estabilidad de la red y su capacidad para operar de manera eficiente.

Por otro lado, también se deben establecer las condiciones bajo las cuales nuevas entidades pueden unirse a la red, asegurándose de que cumplan con los criterios técnicos y regulatorios necesarios. Del mismo modo, es importante definir de manera transparente cómo un miembro puede salir del consorcio sin poner en riesgo la integridad de los sistemas.

Todos los participantes deben tener un acceso claro a las reglas, los procedimientos y los procesos de toma de decisiones para reforzar la confianza en el sistema y permitir que la red se opere de manera eficiente y justa.

Privacidad y seguridad: las bases de una red confiable

La protección de datos y la privacidad sustentan la confianza en un entorno Blockchain consorciado. Los nodos que validan y registran las transacciones deben seguir prácticas de seguridad rigurosas, como protegerse contra accesos no autorizados, cifrar la información y usar firewalls para evitar amenazas externas.

Es importante que estas redes utilicen estándares de seguridad, como ISO 27001 o el Esquema Nacional de Seguridad (ENS) en España. Al seguir estos marcos, se asegura que los datos se manejen de forma segura, especialmente al intercambiarse con otras redes. Desde el diseño inicial de la infraestructura, es fundamental planificar cómo proteger la información sensible, garantizando siempre la confidencialidad y el cumplimiento de las leyes de protección de datos.

En cuanto a la gestión de identidades, es fundamental verificar y autenticar que todos los usuarios que interactúan con la red, ya sea a través de billeteras digitales o servicios externos, cuenten con la autorización necesaria para acceder a la información almacenada en la cadena de bloques.

Para lograrlo, es esencial implementar sistemas de identidad digital robustos que, además de proteger la privacidad de los usuarios, aseguren su anonimato cuando sea necesario. Herramientas como la autenticación multifactor o las soluciones de identidad descentralizada son clave para reforzar la seguridad en este entorno.

Resiliencia y continuidad del servicio: un pilar fundamental

La resiliencia y la continuidad del servicio son dos de los elementos más importantes a tener en cuenta a la hora de gestionar redes blockchain consorciadas, especialmente cuando empresas e instituciones dependen de ellas para operaciones críticas. En términos generales, la resiliencia no es otra cosa que la capacidad de la red para seguir operativa incluso si algunos de sus nodos fallan.

Para lograr esto, desde el diseño inicial de la red se deben incorporar mecanismos que aseguren que todo el sistema sigue funcionando sin interrupciones. Piensa en ello como los generadores de emergencia en un hospital: si falla la electricidad en un período razonable de tiempo, el hospital puede continuar con su operativa diaria con normalidad. Del mismo modo, una red blockchain necesita tener sistemas de respaldo para que, si uno o varios nodos dejan de operar, otros tomen el relevo.

¿Cómo se consigue esto? A través de mecanismos de redundancia y algoritmos que permiten que los nodos de la red roten de forma dinámica. Es decir, siempre habrá suficientes nodos activos para validar las transacciones y generar nuevos bloques en la cadena. Esto asegura que la red siga funcionando de manera eficiente y que empresas o instituciones puedan continuar confiando en que la red mantendrá sus transacciones y datos seguros, pase lo que pase.

A nivel de eficiencia, la monitorización en tiempo real permite a los equipos técnicos evaluar constantemente cómo está funcionando la red y detectar posibles problemas antes de que afecten el servicio. Estos sistemas permiten ajustar los recursos de la red de acuerdo a la demanda, lo que también ayuda a su escalabilidad, es decir, la capacidad de crecer y adaptarse según sea necesario.

Los Acuerdos de Nivel de Servicio (SLA) establecidos entre los equipos de operación son esenciales para asegurar que cada nodo de la red funcione de manera eficiente y segura.

Por otro lado, los Acuerdos de Nivel de Servicio (SLA) entre todos los participantes definen estándares de calidad, estableciendo criterios sobre tiempos de respuesta, disponibilidad y resiliencia. Esto se traduce en que, por un lado, cada equipo de operación asume una responsabilidad individual en la gestión de su nodo, pero a su vez, dicha responsabilidad se distribuye además de manera solidaria entre el resto de los administradores de la red. Así, si un nodo tiene dificultades, el resto del consorcio puede colaborar para mantener la estabilidad y continuidad del servicio.

Cumplimiento normativo: cada vez más presente

Una vez que los aspectos técnicos han sido establecidos, también es importante tener en cuenta el cumplimiento de las leyes que protegen la privacidad y la seguridad de los datos. Esto es especialmente relevante para empresas e instituciones que operan en sectores donde el manejo de información personal es delicado.

En Europa, por ejemplo, el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) establece normas muy estrictas sobre cómo deben gestionarse los datos personales. Las redes consorciadas, también tienen que cumplir con estas normativas desde la etapa de diseño, implementando medidas de seguridad avanzadas para proteger la identidad de los usuarios.

Además, se debe garantizar que las personas que utilicen la red puedan ejercer sus derechos, como el derecho al olvido o el acceso a sus datos, incluso en un entorno descentralizado.

Cumplir con la normativa evita posibles sanciones y genera confianza entre los participantes y usuarios finales de la red.

Cumplir con la normativa vigente no solo ayuda a evitar posibles sanciones, sino que también genera confianza entre los participantes de la red y en los usuarios finales. Confiar en que se protegen los datos y se siguen las leyes hace que las empresas e instituciones estén más dispuestas a adoptar estas tecnologías.

Es más, no se trata solo de proteger datos personales, en Europa, por ejemplo, también existen otras regulaciones importantes a tener en cuenta, como eIDAS, que regula la identificación electrónica y los servicios de confianza, o MiCA, que establece reglas para los criptoactivos.

¿Qué hacemos con el gas?

Este dilema es uno de los más recurrentes a la hora de plantear cómo se diseñará la red. En algunas cadenas de bloques públicas, como Ethereum, cada operación requiere el pago de una tarifa (conocida como gas) para incentivar a los nodos a validar y procesar las transacciones. Este modelo garantiza que los recursos de la red se utilicen de manera eficiente y evita que haya un exceso de transacciones innecesarias (spam). Además, ofrece un mecanismo claro de incentivos para quienes mantienen la red activa.

Sin embargo, en las redes consorciadas, donde todos los participantes ya son conocidos y confiables, puede que no sea necesario implementar estas tarifas de transacción. En lugar de incentivos monetarios, el modelo de gobernanza y los acuerdos entre los miembros del consorcio pueden ser suficientes para asegurar el correcto funcionamiento de la red. Aun así, el gas puede ser útil para controlar el acceso a los recursos de la red, evitando que una sola entidad abuse del sistema o lo sobrecargue.

El pago de una tarifa (‘gas’) para incentivar a los nodos a validar y procesar las transacciones asegura que los recursos de la red se utilicen de manera eficiente y previene transacciones innecesarias.

Por otro lado, en muchas redes sin gas, las tarifas de transacción se eliminan por completo, lo que simplifica el uso de la red y reduce los costos operativos para las empresas. Esto hace que la red sea más accesible y mejora la experiencia del usuario.

Sin embargo, eliminar el gas también trae algunos retos: sin un incentivo directo para los nodos que validan las transacciones, podría ser necesario establecer otros acuerdos o mecanismos para asegurar que estos nodos sigan activos y mantengan la red funcionando.

Además, sin tarifas que limiten el número de transacciones, la red podría verse sobrecargada con operaciones innecesarias o abusivas, lo que afectaría su rendimiento.

¿Hay futuro?

Hasta el momento, tanto empresas como instituciones han desempeñado un papel clave en el desarrollo de las redes público-permisionadas. Estos actores han logrado crear entornos colaborativos donde se combinan las nuevas tecnologías con requisitos esenciales como la seguridad, la privacidad y la gobernanza.

Este trabajo ha sido vital en sectores donde el cumplimiento de normativas es fundamental, y ha permitido que las redes consorciadas puedan ofrecer servicios escalables y resilientes. Además, estos avances también han sido importantes para definir estándares de interoperabilidad que permiten a distintas redes comunicarse entre sí de manera eficiente.

Es probable que los mayores avances de estas redes se centren en aspectos como la interoperabilidad y la identidad digital descentralizada.

Mirando hacia el futuro, es probable que los mayores avances de estas redes se centren en aspectos como la interoperabilidad y la identidad digital descentralizada. En el corto y medio plazo, estas capacidades serán clave para empresas multinacionales y gobiernos que necesiten intercambiar datos de manera segura entre distintas jurisdicciones sin perder el control sobre la privacidad de la información.

Además, los usuarios también saldrán ganando: podrán tener más control sobre sus propios datos, evitando intermediarios en procesos de verificación de identidad. Esto no solo mejorará la seguridad, sino que también aumentará la eficiencia en sectores tan diversos como la banca o los servicios públicos.

Estos avances demuestran que, aunque las redes de cadenas de bloques consorciadas han alcanzado un alto grado de madurez, es necesario seguir avanzando hasta su consolidación, evolucionando en aspectos tan importantes como la seguridad, la privacidad de la información, la descentralización o el cumplimiento normativo.