¿Qué pasará con Bitcoin, Ethereum o el euro digital cuando llegue el Q-Day?
La computación cuántica será capaz de resolver en segundos problemas matemáticos que hoy llevarían miles de años. Y precisamente en esos problemas matemáticos se basa la criptografía que protege internet, incluyendo las redes Blockchain: algoritmos criptográficos como RSA o ECC son seguros frente a ordenadores clásicos, pero vulnerables frente a la computación cuántica. De ahí la necesidad de migrar hacia la criptografía poscuántica (PQC), diseñada para resistir a los futuros ordenadores cuánticos suficientemente avanzado.
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Hace unas semanas publicamos un análisis técnico sobre la afirmación de que la computación cuántica podría hackear Bitcoin en 320 segundos. La conclusión fue que era un mito en el estado actual de la tecnología cuántica.
Sin embargo, la pregunta de fondo sigue siendo válida: ¿qué ocurrirá con Bitcoin, Ethereum o con el futuro euro digital cuando llegue el Q-Day, el día en que los ordenadores cuánticos sean capaces de romper la criptografía que protege nuestras transacciones?
■ Q-Day se refiere al momento en el cual la criptografía de clave publica dejará de ser efectiva frente a ordenadores cuánticos, afectado, entre otros, a la autenticación, firmas y confidencialidad en internet, y a las redes Blockchain.
El día en que los candados queden obsoletos
La seguridad de las redes Blockchain depende de algoritmos como RSA o ECC. Son mecanismos criptográficos, como candados matemáticos, que garantizan que una firma digital sea legítima o que una transacción no puede falsificarse.
El problema es que esos mecanismos fueron diseñados para un entorno de ordenadores clásicos. Los ordenadores cuánticos, cuando sean criptográficamente relevantes, podrán romperlos en cuestión de horas o minutos gracias a algoritmos como el de Shor.
La amenaza obvia es que un ordenador cuántico suficientemente avanzado podría derivar claves privadas a partir de las públicas y falsificar firmas digitales, lo que permitiría autorizar transacciones sin consentimiento y romper la confianza en la red.
■ El Q-Day no será un evento súbito, sino más bien una caducidad programada de las claves criptográficas, los candados que hoy protegen las redes Blockchain, las stablecoins y las monedas digitales. Cada año que pase sin actualizar los sistemas será como dejar alimentos en la nevera: siguen ahí, pero en algún momento su consumo ya no es seguro.
¿Qué pasará con los activos digitales actuales durante la transición?
El gran dilema es qué ocurre con lo que ya existe. Bitcoin, Ethereum o cualquier red Blockchain que utilice algoritmos de curva elíptica guardan en sus bloques millones de claves públicas. Son como huellas digitales expuestas que, llegado el Q-Day, podrían servir a un atacante para deducir la clave privada.
Esto significa que los activos digitales actuales deberán migrar progresivamente a esquemas poscuánticos. Esa transición requerirá que las redes Blockchain actualicen sus protocolos para incorporar firmas cuántico-resistentes como Dilithium (seleccionado por el NIST como estándar de firma digital poscuántica). Algunas redes podrán hacerlo con relativa agilidad, mientras que otras afrontarán mayores barreras técnicas y de consenso.
La historia puede ser parecida a la transición de IPv4 a IPv6, con años de interoperabilidad entre protocolos antiguos y nuevos.
En esa transición habrá un periodo híbrido donde convivirán dos tipos de activos: los “clásicos”, más vulnerables, y los “quantum-safe”. Si la confianza de los usuarios se dirige hacia los segundos, los primeros corren el riesgo real de devaluarse si los ciberdelincuentes se apropian de fondos, precipitando una caída rápida de su valor.
■ Las empresas que aborden la criptografía poscuántica como un problema técnico y puntual del futuro pondrán en riesgo la confianza del mercado, mientras que aquellas que actúen hoy podrán reforzarla al convertir la seguridad cuántica en un activo estratégico.
¿Cómo afectará esto a la velocidad y al coste de las transacciones?
La criptografía poscuántica no llega gratis. Los nuevos algoritmos requieren firmas y claves más largas, lo que aumenta el tamaño de los datos a almacenar en cada bloque, aunque este no es el mayor problema para la red. El verdadero impacto está en el cómputo: cada vez que se valida una transacción la firma debe comprobarse, y este proceso resulta más costoso con algoritmos poscuánticos. Esa mayor carga de validación puede afectar a la escalabilidad de redes como Bitcoin.
¿Estarán los usuarios dispuestos a pagar más comisiones por transacción a cambio de seguridad cuántica? Porque si validar firmas poscuánticas ralentiza el proceso, las transacciones se acumulan en una cola. Para que algunas se procesen antes, entran en juego las comisiones: quien paga más tiene prioridad y avanza más rápido. Así, podríamos ver que usuarios y empresas con más urgencia o capacidad de pago opten por asumir comisiones superiores para asegurar la validación de sus operaciones.
En consecuencia, lo que veremos será una etapa de experimentación en la que distintas redes Blockchain competirán por encontrar el equilibrio entre seguridad poscuántica, coste y eficiencia operativa.
¿Qué ventajas competitivas surgirán entre las redes Blockchain?
Aquí está la parte menos comentada: el Q-Day puede reordenar el mapa de las redes Blockchain. Las que logren integrar criptografía poscuántica de manera ágil y eficiente ganarán una ventaja competitiva, no solo técnica, sino reputacional.
- En redes públicas y abiertas como Bitcoin y Ethereum, la capacidad de integrar firmas cuántico-resistentes dependerá de la cultura de su comunidad: aquellas más abiertas a cambios tendrán más agilidad de adaptación, mientras que las más conservadoras afrontarán mayores barreras técnicas y de consenso.
- Las stablecoins ligadas a grandes consorcios financieros podrían moverse más rápido si la regulación europea exige que sean nativas quantum-safe, del mismo modo que el RGPD ya requiere privacy by design o que el reglamento DORA y la directiva NIS2 obligan a incorporar resiliencia digital desde el diseño.
- Las redes Blockchain empresariales, privadas o consorciadas, (como las utilizadas en tokenización de activos o identidades digitales) tendrán mayor flexibilidad para actualizarse, convirtiéndose en laboratorios de transición cuántica.
El resultado será una brecha de confianza entre redes modernizadas con protección cuántica y aquellas que mantengan esquemas clásicos. Los usuarios valorarán la capacidad de actualización como criterio de confianza y seguridad a futuro.
■ La estrategia no es esperar a que llegue el nuevo estándar, sino construir infraestructuras criptoágiles que permitan cambiar de algoritmo sin interrumpir la operación. La diferencia no la marcará el algoritmo, sino la criptoagilidad.
Una nueva métrica de "resiliencia y resistencia cuántica" podría convertirse en un factor decisivo para la valoración de activos digitales.
Más allá de la técnica: implicaciones para el ecosistema
El impacto del Q-Day no se mide solo en cálculos matemáticos, sino en consecuencias para distintos actores:
- Usuarios: su patrimonio digital dependerá de si sus wallets migran a tiempo. Tener criptoactivos en direcciones con claves públicas expuestas será un riesgo.
- Entidades financieras: la custodia de activos digitales se convertirá en un campo de batalla, donde ofrecer garantías de resistencia a la tecnología cuántica será tan importante como la rentabilidad.
- Reguladores: deberán marcar plazos de migración y exigir que todo nuevo activo digital sea quantum-safe desde el diseño. Europa, con normativas como DORA y NIS2, apunta en esa dirección.
- Empresas tecnológicas: quienes ofrezcan infraestructuras de criptoagilidad y servicios quantum-safe se posicionarán como socios estratégicos en esta transición.
■ En Telefónica Tech trabajamos con soluciones Quantum-Safe Networks y Quantum-Safe Services, diseñados para reforzar las redes, las infraestructuras y los servicios de comunicación frente a las amenazas cuánticas.
Esto significa aplicar estrategias de criptoagilidad y algoritmos poscuánticos en proyectos de tokenización, comunicaciones, dinero digital y servicios Blockchain para dar confianza tanto a empresas como a usuarios.
Si guardas hoy tus ahorros en cripto, ¿cómo sabes que seguirán siendo tuyos dentro de 15 años?
La transición poscuántica como estrategia
El Q-Day no supondrá el fin de Bitcoin, Ethereum o el euro digital porque, como todo en lo tecnológico, acabarán actualizándose. Lo que marcará es el inicio de una nueva etapa en la que la seguridad será la condición de existencia misma de los activos digitales. Y en ese futuro, tan importante como la rentabilidad lo será la certeza de que claves y transacciones están protegidas frente a los ordenadores cuánticos.
El verdadero Q-Day no es el día que llegue un ordenador cuántico, sino el día que tu empresa se dé cuenta de que llegó tarde a la transición.
De hecho, la transición poscuántica podría reconfigurar completamente el mapa de los activos digitales. Redes Blockchain que hoy dominan el mercado podrían perder relevancia si no logran adaptarse a tiempo, mientras que nuevas redes, nacidas ya con seguridad quantum-safe, podrían ganar protagonismo. La competencia no será solo por escalabilidad o por eficiencia energética, sino por ofrecer garantías de invulnerabilidad cuántica.
Conclusión
El mito de que Bitcoin “podía hackearse en 320 segundos” funcionó como un espejo. No porque fuera cierto, sino porque mostró lo fácil que es imaginar un ataque súbito y olvidar lo más importante: la erosión silenciosa de la confianza en los sistemas que no se actualicen a tiempo.
Por tanto, el verdadero riesgo no llegará en un día concreto, sino tras décadas de inacción. Las empresas que comprendan que la transición a la criptografía poscuántica es una estrategia de negocio, y no un problema técnico futuro, serán las que sobrevivan y lideren la próxima era de la economía digital.
■ Desde Telefónica Tech proponemos un enfoque estratégico basado en la criptoagilidad para adaptar los sistemas ante nuevas amenazas sin comprometer la operativa actual.
Te invitamos a descargar nuestra guía de Preparación estratégica para la Criptografía Poscuántica e iniciar cuanto antes su transición hacia una infraestructura criptográfica resiliente y preparada para la era cuántica.