La respuesta a incidentes es el conjunto de procesos y procedimientos que una empresa aplica para gestionar un ciberataque o una brecha de seguridad desde el momento en que se detecta hasta su resolución. Su finalidad es contener el incidente, minimizar su impacto y restaurar la normalidad lo antes posible.
Suele estructurarse en varias etapas: preparación, detección y análisis, contención, erradicación, recuperación y revisión posterior. Este ciclo permite a las empresas no solo reaccionar al ataque, sino también aprender de lo ocurrido para reforzar sus defensas.
Porque un incidente mal gestionado puede derivar en pérdida de datos, interrupciones de negocio, sanciones regulatorias y daño reputacional. Una respuesta eficaz reduce el tiempo de inactividad, limita las pérdidas económicas y aumenta la resiliencia frente a futuros ataques.